En el año que celebra Finlandia el centenario de la independencia de Rusia todavía se notan las alusiones al pasado común con el antiguo maestro colonial, tal como la estatua del zar Alejandro II. Pero bajo tierra, existe la evidencia de relaciones más complicadas que tienen raíces en la Guerra Fría y, en tiempos más contemporáneos, el renacimiento de una política exterior rusa más beligerante. Desde hace décadas las autoridades finlandesas desarrollan una ciudad subterránea como protección frente a un potencial ataque exterior.
Muchos de de ellos, aproximadamente 400 túneles que recorren las calles, se confunden con los pasillos y las escaleras del metro con pasos peatonales subterráneos. Uno no se da cuenta de estar en medio de un gran laberinto porque está integrado con otra infraestructura de la ciudad.
La construcción de este Helsinki subterráneo comenzó en los años sesenta en plena Guerra Fría. Hoy en día el proyecto continúa ampliándose y ha alcanzado ya una capacidad de nueve millones de metros cúbicos, un duplicado de Helsinki bajo suelo. Espacio suficiente para 600,000 personas, casi la población de Helsinki.
Esa preparación se realiza en una región cada día más militarizada. Por ejemplo en Suecia la mili volverá en 2018, algo que ya existe en Noruega, Finlandia y Dinamarca. La situación con respecto a Rusia es preocupante comentó el ministro de Exteriores danés durante la reciente cumbre del Consejo Nórdico.