Cuando tenía
cuarenta y tantos años decidí pasar Navidad en Mallorca, y elegí para mi
estancia una empresa especializada en vacaciones de senderismo. Casi todo se
organizó por teléfono con un inglés que vivía en la isla bastante cerca de
Palma. Me aseguró que había reunido un buen grupo, incluidos algunos caminantes
del Reino Unido y Bélgica.
Una vez llegada a
Palma me recibió en el aeropuerto. No recuerdo su nombre pero lo llamaré
‘David’. Era un hombre robusto de unos cincuenta años, tenía una barba y vestía
como un caminante típico. De camino a la finca donde se alojaría el grupo, le
pregunté cuántos habían llegado y de dónde eran. Se mostró bastante evasivo, y
al llegar descubrí que solo éramos tres: yo y una pareja de Gales.
Debo decir que el
alojamiento estuvo bien, la comida era deliciosa y variada, porque cenamos en
restaurantes diferentes. David conocía muy bien Mallorca y caminamos por
senderos pintorescos, y además visitamos Valldemossa, donde está el museo de
Chopin, Sóller y Deià en la Serra de Tramuntana. La Nochebuena la pasamos de
compras en Palma, y dondequiera que íbamos estaba tocando ‘Feliz Navidad’.
David dejó
escapar que rara vez iba a Inglaterra, y que trabajaba como cocinero en un yate
atracado en el puerto de Palma, y también lo capitaneaba en verano. Fue en el
yate que íbamos a pasar el día de Navidad con él, su novia y sus hijos. Bajo un
cielo brillante y después de unas copas, se supo que estaba en exilio por
problemas fiscales.
Al final de mis
vacaciones easyJet me dejó varada en el aeropuerto. Pasé otra noche en la
finca, y al día siguiente British Midland me llevó a Birmingham por tres veces
más caro. Nunca volví a ver a la pareja galesa, y la empresa de vacaciones de
senderismo de David colapsó. Cada vez que escucho ‘Feliz Navidad’, me recuerda
mis vacaciones en Mallorca.
https://www.youtube.com/watch?v=9TrkS0NdCQ8