Aún hoy es verdad que la percepción de la cocina
británica fuera del país no es favorable a pesar del hecho que el Reino Unido
está en tercer lugar entre los países que tienen la mayoría de restaurantes
Michelin en el mundo. Parece que la presencia de restaurantes buenos no tiene
gran conexión con la reputación de la comida cotidiana.
Algunos comentarios dicen que el descenso de la cocina
británica empezó cuando Gran Bretaña se convirtió en la primera nación
industrial. Numerosas personas se trasladaron desde el campo a los nuevos
centros industriales y como resultado perdieron sus tradiciones culinarias y
habilidades en la cocina.
Probablemente fue en los años cincuenta cuando muchos
ingredientes no estaban disponibles que la cocina británica cayó a un nuevo
mínimo (o perdió aún más su reputación) por lo menos en cuanto a sabor. Sin embargo, la limitada disponibilidad de carne y productos lácteos tuvo un efecto saludable en la población. También fue en esta época que los escritos
de Elisabeth David describieron por primera vez, a la gente británica, las
maravillas de la cocina mediterránea .
David fue seguido por otros escritores británicos como
Fanny Craddock, Mary Berry y Delia Smith y para la década de los ochenta la
edad del “dinner party” había llegado. En los años noventa llegó el cocinero
televisual, cuando los jefes de cocina profesionales como Gary Rhodes, Jamie
Oliver y Nick Nairn intentaron mostrarnos como cocinar comida estándar de restaurante
en casa.
La cocina sigue siendo un tema muy popular en las
pantallas británicas, sin embargo esto aún no se ha traducido en una mejor
percepción de la cocina británica.