Una pregunta. ¿Sabéis cuándo fue inventado el primer coche eléctrico? ¿Quizá en el año 1990 o un poco más temprano en 1980? De hecho, la repuesta es muy sorprendente. El primer coche eléctrico fue introducido en 1835 por un hombre de negocios escocés nombrado Robert Anderson y los coches eléctricos dominaron durante todo el siglo XIX. Sin embargo, la introducción del sistema de arranque eléctrico, en 1913, simplificó la tarea de arrancar el motor de combustión interna y consecuentemente esto contribuyó masivamente a la caída del vehículo eléctrico.
Hoy en día, se propone que los motores eléctricos reemplacen los de gasolina y diésel, aunque el proceso será muy largo tomando en cuenta que a estas alturas hay solo unos 10 millones de coches de este tipo en el mundo y todavía existen 2 billones de sus competidores de combustión interna.
Para mí, hay dos razones principales para la compra de un coche eléctrico. En primer lugar, para salvar al planeta y en segundo lugar para adquirir un coche más eficiente. En cuanto a la primera razón yo personalmente no voy a hacer nada para proteger al medioambiente hasta que los chinos paren de emitir billones de toneladas de dióxido de carbón en la atmósfera de sus estaciones generadoras.
En cuanto a la segunda, yo todavía no estoy seguro de que los coches eléctricos sean la mejor opción por su eficiencia y su conveniencia. La recargada de un automóvil eléctrico puede requerir varias horas. El coste de los coches y de las baterías es muy alto. Además, yo tendría ansiedad por la falta de autonomía que estos coches ofrecen y que las baterías se gasten antes de que yo hubiera llegado a mi destino.
Finalmente yo dudo que los suministros de litio en el mundo sean adecuados para los dos billones de coches eléctricos necesarios para remplazar los vehículos circulando en las carreteras de hoy. Yo habría preferido un sistema que pueda atrapar las emisiones de los coches de gasolina y neutralizarlas. Ojalá un escocés lo invente cuanto antes.