Acabamos de pasar unos días muy agradables en Pollensa, un pequeño
pueblo histórico en Mallorca. Durante la
visita me di cuenta de como los seres humanos se adaptan al lugar en donde
viven.
En primer lugar, he notado que casi todos los coches eran pequeños. Parecía raro,
en un lugar bastante rico (pudiente). Además, la mayoría de los coches estaban rayados. La explicación es sencilla. En este pueblo antiguo las calles son muy
estrechas, con poco espacio para estacionar los coches. Es necesario aparcar allí donde sea posible,
en general muy cerca de los muros. Hay
muchos accidentes y como consecuencia los coches y las paredes de las casas están
dañados.
Otra cosa que hemos notado fue el gran número de casas y pisos que, al parecer, están inhabitados. Las persianas están cerradas todo el tiempo,
y por la noche era raro ver luz dentro de las viviendas. Es probable que varias residencias sean
casas de vacaciones, y que verdaderamente estén vacías.
Pero después de unos días nos dimos cuenta de que - cuando hace calor - tiene
sentido cerrar las ventanas y proteger un ambiente fresco y sombreado en la
casa.