¿Recuerdas
algunos olores de tu infancia? Aunque la
memoria olfata es fuerte, aparentemente según unas investigaciones, no es tan poderosa
como la memoria visual o la auditiva. A pesar de esta percepción de debilidad
en comparación con otros sentidos, recuerdo perfectamente el olor de la
mermelada de fresas en las tartas que horneaba mi madre. Era un olor que llenaba toda la cocina y que
evocaba vívidos recuerdos de mi vida familiar.
Hay olores muy distintos
para cada estación, por ejemplo, en la primavera las flores comienzan a
florecer, y en particular los jacintos tienen un olor abrumador. No toda la gente puede tolerar esta flor en
sus casas porque cuando está a punto de morir, libera un perfume casi desagradable,
aunque la fragancia del muguete lo compensa. Durante el verano, el césped recién cortado evoca (*) el jardín, el sol y la limonada derramando sobre el borde de un
vaso alto.
En otoño aquí en
el Reino Unido el cinco de noviembre trae la celebración de Guy Fawkes y y con
ellas los aromas del humo de leña y las hogueras, y a mi me gusta en particular el
olor de los fuegos artificiales. Por
supuesto, en invierno, la Navidad nos atiesta
la nariz con tantos aromas que se mezclan,
y los piños y las galletas de canela reviven mis memorias.
Para mí, era la
mermelada de fresas en las tartas, y para Marcel Proust era una magdalena
mojada en té que le transportaba a su juventud.
¿Y tú?
- Fuente para consultar:
- La palabra del día*.
(Del lat.
invocāre).
1. tr. Llamar en
solicitud de ayuda de manera formal o ritual.
evocar.
(Del lat.
evocāre).
1. tr. Traer algo
a la memoria o a la imaginación.
2. tr. Llamar a
los espíritus y a los muertos, suponiéndolos capaces de acudir a los conjuros e
invocaciones.