Hay algunos momentos cruciales en la historia de cada país. De vez en cuando vale la pena reflexionar sobre estos, y considerar qué habría pasado si las cosas hubieran ocurrido de manera diferente. Por ejemplo la película “Darkest Hour” resalta el impacto potencial de las decisiones de Churchill, cuando los nazis amenazaban con invadir el Reino Unido durante la segunda guerra mundial. Afortunadamente evitamos esta invasión.
Cuatro siglos antes hubo un momento similar. En 1588 el Rey Felipe II de España decidió atacar e invadir Inglaterra. Preparó una flota enorme que se llamaba La Armada Invencible, o La Gran y Felicísima Armada.
En la escuela dedicamos poco tiempo a la historia de España, pero ese evento es bien conocido, y es por eso que los británicos conocen al menos una palabra española: la armada.
Para nosotros los personajes más importantes en esa historia son la Reina Isabel I y el capitán Sir Francis Drake. Recuerdo que en la escuela primaria la maestra nos presentó una historia de valor y de fortaleza británica frente a los invasores. Ahora entiendo que, para los españoles, Drake fue considerado como un pirata e Isabel como la enemiga del catolicismo.
El ataque español falló, no sólo debido a la superioridad de nuestra flota, sino también a causa del tiempo tempestuoso. Por suerte, las tormentas forzaron a los españoles a abandonar sus planes. Tentaron la suerte al regresar a España vía el norte de las islas británicas, y muchos barcos se hundieron.
Si el mal tiempo no hubiera interrumpido en la invasión del 1588, quién sabe qué hubiera pasado. Es posible que hoy día fuéramos todos católicos e hispanohablantes, y no sintiéramos la necesidad (y el placer) de venir al Raploch Community Centre una vez por semana.
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