En los últimos veinte años he notado que he tenido que decir adiós a muchos amigos que he conocido durante toda mi vida y de los cuales tengo recuerdos muy buenos. Es una lástima despedirme de ellos.
Las más frecuentes despedidas son para grandes almacenes como Jennings en Edimburgo que han sido suplantadas por la red. Pronto no vamos a decir “ir de compras” sino “sentar de compras”.
Otras victimas que han desaparecido son tiendas pequeñas como fruterías, pescaderías y carnicerías sustituidas por los supermercados. Unas bajas más en la guerra entre servicios al consumador incluyen cabinas de teléfono rojas suplantadas por los móviles; mapas -que me encantan- reemplazadas por navegación por satélite; y autobuses desbancados por coches.
Hay una lista larga de cosas que son amenazadas en esta guerra económica por ejemplo coches privados e inclusive los mismos supermercados. Al mismo tiempo existe muchos supervivientes de este proceso de cambio rápido, por ejemplo, trenes, papel (¿quizás recuerdas la oficina sin papel?) y libros que continúan a ser populares a pesar de que son caros y de la existencia de una alternativa digital ofrecida por Kindle.
¿Qué más de las cosas que forman parte de mi vida vayan a desaparecer en un futuro cercano y cuales vayan a sobrevivir?.