Ver la película
“Los chicos del Coro” me recordó un poco mi juventud. ¡No os preocupéis! A pesar de que pasé mis años formativos en un
internado, no era un instituto sucio y cruel para niños problemáticos como lo
era El Fondo del Estanque.
Antes de todo, cabe
destacar que disfruté mis años en la escuela y que todavía estoy en contacto con
varias compañeras de clase. Sin embargo,
mi colegio tenía varias características semejantes a las de la escuela que
vimos en la película la semana pasada, y no habría sido un lugar apropiado para
las chicas rebeldes.
¿En que sentido el
sistema de mi escuela se parecía al régimen del Director Rachin? En primer lugar, teníamos un horario muy
rígido y nuestra vida era controlada por el sueño de la campana. La primera campanilla del día sonaba a las 7
menos 10, y este sonido se repitía muchas veces durante el día, hasta las 9 de
la noche. Después de esa hora teníamos
que quedarnos en silencio, y por supuesto los ensayos corales no eran
permitidos.
¿Otras
semejanzas? Los deportes tenían un lugar
muy importante en nuestra rutina, así como en El Fondo del Estanque. Llueva o truene, era obligatorio para todas
jugar un deporte cada día, incluso los sábados.
Dado que me gustaba y que me gusta el aire fresco, esta obligación no me
molestaba. Sin embargo, podéis imaginar
que, para unas estudiantes adolescentes, la rutina deportiva no fue un placer
para nada, sobre todo en invierno.