Después de unos (pocos) días en Porto, libre de mendigos, empezamos a pensar que este problema no existía fuera de Lisboa. Estuvimos incorrectos.
El 9 de Septiembre, fuimos por el Rio Duero en un crucero entre Régua y Pinhão. Mientras esperábamos en el muelle, una pandilla de niñas nos molestaban constantemente.
"Hat, 2€"
"Ya llevamos sombreros" contesté en inglés y español pero ellas no me comprendieron.
"Hat, 2۬.
"Hat, 2۬.
No podíamos librarnos de ellas, seguían volviendo como moscas. Anhelábamos embarcarnos al barco.
Me parecía extraño que no me comprendieran. Miré sus caras y me di cuenta que no eran portuguesas. La mayoría tenían rasgos gitanos pero dos niñas de piel bastante oscura, quizás hermanas, podían haber sido de India o de Bangladesh.
Después de embarcar, miré a las niñas otra vez. Una de las hindús estaba muy alterada y las demás intentaban consolarla y después de unos minutos la abandonaron, dejándola llorando de pie en el muelle llevando un par de chancletas que no le cabían, y entonces se fueron en dos camiones blancos.
No estoy seguro que error ella había cometido, pero parecía como si supiera que pronto iba a ser castigada. Quizás no hubiera vendido suficientes sombreros. No la vi de nuevo.
Atardecía cuando regresamos, y Don Sandeman se extendía con su sombra desde la colina sobre Régua. Desgraciadamente, pienso que el coco de esa niña ya la había cogido desde hace mucho tiempo, antes de llegar a Portugal.