Será muy interesante visitar la biblioteca de la Universidad de Stirling esta semana. Recuerdo que las autoridades han modernizado la zona central del instituto, ganando un premio prestigioso por la arquitectura que anima la convivencia de la comunidad universitaria. Un día pasé un rato en la zona de estudios que está ubicada en la planta baja, no lejos de la recepción del centro artístico MacRobert. Noté con interés que algunos jóvenes estudiaban ahí, sentados en sofás cómodos, y que también era permitido comer tentempiés.
Esto me sorprendió un poco, y supongo que en la biblioteca la atmósfera será un poco más tradicional, y menos relajada. Pero no estoy segura puesto que, durante mi vida, el modo de estudiar ha cambiado mucho. Cuando era estudiante en el colegio y después en la universidad, cada persona trabajaba por si misma. Las bibliotecas eran un poco como las catedrales, lugares silenciosos donde no se hablaba con los otros usuarios y por supuesto beber o comer no era aceptable.
En aquel entonces, no era normal trabajar en grupos, y los deberes escolásticos reflejaban el trabajo personal. Ahora pienso que, desde la escuela primaria, los alumnos se sientan entorno de una mesa común, y discuten entre si los problemas. Probablemente es una mejor preparación para la vida, y para sus carreras futuras.
¿Tenéis memorias buenas o malas de las bibliotecas que habéis usado en el pasado, o que frecuentáis ahora? ¿Para vosotros es fácil concentraros en un lugar público? ¿Y cuándo tengáis que escribir una plática, preferís un lugar silencioso o animado para vuestro trabajo?
Fuente: Campus Central