La charla de Marion sobre el Día Internacional de la Mujer me llevó a descubrir a la Dra. Frances Oldham Kelsey, científica canadiense-estadounidense crucial en evitar el desastre de la talidomida en los Estados Unidos. La Dra. Kelsey, con una brillante trayectoria académica, se unió a la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. en 1942. En ese momento la talidomida se recetaba como calmante para las náuseas matutinas de las embarazadas en muchos países en Europa Occidental, Australia y Canadá y los fabricantes buscaban aprobar su uso en Estados Unidos. La Dra. Kelsey se le encomendó la tarea de decidir si era seguro utilizarla.
Primero, la Dra.
Kelsey argumentó con los fabricantes, con bases científicas, que la talidomida
podría ser insegura. Luego, los desafió con la devastadora noticia que recibió
desde Inglaterra: los bebés de madres que habían tomado talidomida durante el
embarazo nacían con deformidades graves. Incluso con esta evidencia inicial, la
talidomida se siguió utilizando en otros países durante muchos años, hasta que
el vínculo entre la droga y los niños deformes se volvió indiscutible.
A pesar de ser
una recién llegada en su carrera profesional y enfrentar una presión implacable
por parte del fabricante del medicamento, la Dra. Kelsey se mantuvo firme en
sus principios y se negó a aprobar la talidomida en los Estados Unidos. Su
decisión evitó el desastre que estaban experimentando otros países. Recibió
muchos premios por su valentía y perspicacia, incluido el Premio del Presidente
al Servicio Civil Federal Distinguido, de John F. Kennedy en 1962.
La Dra. Kelsey
representa una verdadera heroína de la salud pública. Su profundo conocimiento,
su seguridad al tomar decisiones y su determinación inquebrantable nos enseña
que una sola persona, con la suficiente valentía y convicción, puede marcar una
diferencia en el mundo.