Hace unos meses decidí suscribirme a Amazon Prime que incluye un servicio de video similar a Netflix y esto ha reavivado mi interés en los programas de crimen ficticio, de los cuales hay muchos, por ejemplo Absentia, Jack Ryan, Bosch y Goliath. Los cuales tienen algunos temas comunes. Los protagonistas suelen ser detectives o abogados que han tenido problemas en sus vidas como un matrimonio fallido o alguna experiencia horrible que les persigue de vez en cuando. Tienen dudosos estándares morales, fuman, beben demasiado y tienen relaciones amorosas fuera de sus matrimonios. Se visten informalmente, odian usar traje y corbata, pero lo hacen si tienen que hacerlo. A menudo están incriminados por algún crimen que no cometieron y a veces son sometidos a tortura física o mental. Por supuesto siempre salen triunfantes al final pero con unos asuntos pendientes, lo cuales son incentivos para ver series futuras.
Todo esto es muy diferente a los programas que recuerdo de mi juventud como Z Cars, Perry Mason, Kojak, Prime Suspect y los Archivos de Rockford. Era más fácil distinguir a los tipos buenos de los malos. Los policías y los abogados trataban todos con justicia y se vestían y se portaban bien. Los delincuentes tenían poca moralidad, eran personajes despreciables que obtenían lo que merecían sin excepciones. Pueden parecer ingenuos y predecibles hoy en día, pero eran relevantes para su tiempo.
Me gustaban especialmente las series nórdicas negras que fueron populares hace unos años y ellas influyeron en algunos aspectos a los programas modernos. La detective Sara Lund en el Killing mejoró la impresión de cómo se ve a las mujeres en estos roles. En lugar de tratar de emular a los hombres, ahora desarrollan sus propios personajes. Ella era obsesiva y sacrificó todo lo que valoraba en busca del asesino y se vistió a su manera con los suéteres de Fair Isle. Fue una actuación excelente que vive en mi mente hasta el día de hoy.