Como sabe cualquier miembro habitual de un gimnasio, estos se ponen más concurridos en enero. Después de un mes de champaña, chocolate y queso, miles de personas buscan su redención en el gimnasio tan pronto es el 2 de enero. De hecho, en enero la mayoría de los gimnasios aceptan, deliberadamente, membresías en exceso, ya que saben que muchos de los nuevos miembros han hechos resoluciones que serán olvidadas para cuando llegue la noche de Burns
En el pasado, tal falta de autodisciplina pudo hacer sido costosa ya que muchos gimnasios pedían a sus nuevos miembros suscribirse por un período de contrato mínimo. En 2015 un miembro de gimnasio en promedio gastó £550 al año pero sólo lo visitaba 13,5 veces al año, esto representó un costo promedio de £40 por visita.
En los últimos dos años, sin embargo, ha habido un enorme aumento en el número de gimnasios de bajo coste (tales como “Pure Gym” que no obliga a sus miembros a firmar contratos largos y ofrecen suscripciones flexibles, por ejemplo de sólo un día.
En el otro extremo, tenemos el “mercado por categoría”, los gimnasios especializados están proliferando en las grandes ciudades de Gran Bretaña. En el Shard de Londres Yogasphere ofrece clases de yoga “en un área de 1000 metros sobre el suelo”, mientras que el Soul Cycle ofrece clases de ciclismo de alta intensidad bajo la luz de las velas. Más cerca de casa (Escocia), el gimnasio Club en Glasgow, cuenta con DJs en vivo para encender su motivación. Nuestra relación amor-odio con el gimnasio no muestra ninguna señal de ceder (cambiar).