Al regresar al restaurante, donde habíamos disfrutado una cerveza y gulash dos días antes, no recibimos una bienvenida tan buena en esta segunda ocasión. Como explicó el guía del recorrido a pie, el Hofbräuhaus en Múnich quisiera olvidar su pasado, pero por ser un lugar donde hasta 2,000 personas se congregaban diariamente en los años 20s, lo hizo el lugar ideal para que un pintor ambicioso austriaco encontrara a su público.
Sin embargo, es difícil olvidar cuando, a la vuelta de las esquina en Marienplatz, hay un grupo neonazi protestando sobre inmigración y fronteras abiertas. Aunque fueron superados en número por la policía y personas gritando ¨nunca jamás¨, me preocupa el crecimiento de la derecha extrema en este lugar en particular.
Pero me inquieta más lo que dijo el guía sobre cómo Hitler, ayudado por la prensa, engañó a las muchedumbres con una serie de promesas vagas para hacer Alemania un gran país de nuevo. Aparte de romper el tratado de Versalles y dejar de pagar las reparaciones de guerra, no dio ningunos detalles. Y como sabemos, dirigió la ira de la gente a las minorías con mucho éxito. No pude dejar de pensar en los protagonistas del Brexit conforme le escuchaba.
El recorrido de pie casi reforzó todos mis pensamientos hasta que el guía nos preguntó lo que pensábamos sobre lo que habría sucedido si los partidos comunistas se hubieran unido contra los nazis. Cómo sería hoy el mapa de Europa si el imperio soviético hubiera alcanzado la frontera francesa? No estoy seguro de lo que yo pensaría sobre esa posibilidad.