Unos reportajes recientes afirman lo que muchos han creído durante mucho tiempo: que todos tenemos que cambiar de modo fundamental como vivimos antes de que destruyamos nuestro planeta.
Se ha declarado una emergencia climática. Además, y aunque sospecho que el objetivo principal del partido verde sea comprar apoyo electoral, nuestro gobierno ha legislado que a partir de 2045 Escocia no producirá ningún gas neto de invernadero.
Lograr este reto no será fácil. Por ejemplo, dudo que dentro solo 26 años todos conduzcamos sin petróleo, o cocinemos y calentemos nuestras casas sin gas; el desarrollo de coches eléctricos y el crecimiento de energía renovable no son suficientemente rápidos para eso. ¿Cómo compensaremos los hidrocarbonos (hidrocarburos) que seguiremos consumiendo?
El desafío para mi trabajo también es grande. En este momento Scottish Water usa más energía que ninguna otra empresa en Escocia. Aunque trasladamos agua por gravedad, dondequiera que sea posible, necesitamos energía para los procesos de tratamiento y no podemos evitar bombear en muchos lugares. Además, SEPA siguen exigiendo que añadamos tratamientos que usan mucha energía para tratar de mejorar la calidad de agua de ríos y de mar cerca de las playas donde gente se baña, a veces sin evidencia concreta que la inversión hará alguna diferencia. El gobierno controla a ambos, tanto Scottish Water como SEPA y debe asegurar que los objetivos que impone sobre ambas organizaciones no estén en conflicto una con otra.
El conflicto que acabo de destacar no es el único. Por ejemplo, seguimos desarrollando (construyendo) aeropuertos escoceses y celebrando el anuncio de vuelos a nuevas destinaciones porque estimulan nuestra economía. El aeropuerto de Edimburgo se alarde de tener tres veces más pasajeros que hace 10 años. ¿Estamos listos de verdad para hacer todo que podamos para salvar el planeta?