En mi última discusión, escribí de las ventajas de tener una actitud positiva cuando uno se encuentra un poco triste o agobiado. Bueno, esta semana, los dioses del gran más allá me han puesto a prueba. Parece que todo lo que podría salir mal, de hecho lo han realizado. Así que, pensando en el consejo dado por Jeff en su plática de la semana pasada, he decidido escribir de los desastres que he experimentado con el fin de sacarlos de mi cabeza y recuperar mi bienestar.
Dicen que las cosas malas ocurren en grupos de tres y así sucedió:
1. En primer lugar, tuvimos una inundación en el cuarto de baño porque el fontanero no había instalado las tuberías debajo del fregadero correctamente;
2. En segundo lugar, mi lavaplatos se ha estropeado precisamente ahora que tenemos una casa llena. Mis manos están constantemente mojadas, ya que parece que nadie más en mi familia sabe dónde se encuentra el fregadero de la cocina, ni cómo abrir un grifo y lavar los platos a mano;
3. Por último, la lavadora, que compré hace sólo seis meses, está rota. La máquina, en sí, funciona pero la puerta al abrirla se me quedó en la mano. No hace falta decir que no se puede lavar la ropa sin puerta si se quiere que el agua quede dentro!
Por lo tanto, entenderéis que me ha sido difícil mantener una actitud positiva. Sin embargo, reviento de ganas que llegue el viernes para tomar unas copitas de vino blanco y estoy segura de que me animaré de nuevo.
A propósito, ahora me encuentro mucho más tranquila. ¡Buen consejo, Jeff!