Recientemente visité el excelente Museo del Transporte Grampian, que está en el pequeño pueblo de Alford, a 25 millas de Aberdeen. Tiene exhibiciones diversas, en su mayoría de automóviles y de motocicletas, pero también una sección interesante sobre el uso de la electricidad para impulsar vehículos.
Me interesó una exposición sobre el inventor escocés Robert Davidson, quien trabajó principalmente en la propulsión de trenes por electricidad a mediados del siglo XIX. Davidson usó baterías para la propulsión, pero las baterías en ese momento no se podían recargar y por esta razón sus trenes eléctricos no eran económicos.
El primer tren eléctrico comercial exitoso se introdujo en Brighton treinta años después y más ampliamente poco después en el sistema subterráneo de Londres. Estos fueron propulsados por cables aéreos o un riel electrificado, no obstante, los motores y la transmisión eran similares a los desarrollados por Davidson y ahora es reconocido como el primero en demostrar la posibilidad de un tren eléctrico práctico.
Robert nos habló en su artículo sobre coches eléctricos del inventor escocés, Robert Anderson, que desarrolló el primer coche eléctrico y quien era un contemporáneo de Davidson. Otro famoso escocés de la época victoriana, James Clerk Maxwell, identificó por primera vez la relación entre el magnetismo y la electricidad y sus ecuaciones aún se utilizan al diseñar vehículos eléctricos.
Hasta hace poco el vehículo eléctrico más popular era el humilde carro de leche, un ejemplo del cual se puede ver en el Museo del Transporte Grampian, pero ahora la electricidad se considera el combustible del futuro para todo tipo de transporte terrestre. Me enorgullece que estos escoceses estuvieran entre los primeros en desarrollar vehículos eléctricos y me alegra que al menos uno de estos notables visionarios sea recordado en este museo en Aberdeenshire.