Y ahora algo diferente. Normalmente nuestras pláticas tienen un tema específico como la energía, el ciclismo, los encuentros con celebridades o la moda deportiva, etcétera y son basadas en la realidad. Esta plática si tiene un tema -viajes en trenes nocturnos -pero no es un ensayo factual –es más bien una obra de ficción. Es un poco más larga de lo normal pero al mismo tiempo no es Guerra y Paz.
Juan Chistemoreno tuvo que irse de negocios a Alicante. Como siempre compró un billete de segunda clase en el expreso nocturno saliendo de Sevilla a las 11.00 de la noche. La ventaja de los billetes de segunda es que son baratos. La desventaja es que es necesario compartir el compartimiento con otra persona. Pero no pasa nada. Juan estaba preparado para esta eventualidad. Tenía una gran variedad de trucos para quitarse de encima a su compañero de viaje. Podía elegir entre roncar (normalmente una maniobra muy exitosa) fumar (por si acaso siempre lleva consigo en el bolsillo un paquete de cigarrillos que olían a estiércol) o hablar con sí mismo en voz alta (y si fuese necesario, en alemán ruso o polaco). Sus tres trucos favoritos.
De vez en cuando resultaba necesario ir un poco más allá de estos trucos de nivel A y pasar a algunas maniobras más exóticas de nivel B. Podía por ejemplo fingir de padecer de claustrofobia y en el momento adecuado advertir a su compañero (el “objetivo“ como solía llamarlo) que puede ser que él vaya a saltar por la ventana para escapar de la “cárcel“ del compartimiento cerrado. O quizás tendría que jugar el papel de un sonámbulo y rodear de un lado a otro por el compartimiento escudriñando en su equipaje y conversando con personas imaginarias (que por cualquier razón hablaba más a menudo en japonés con esos fantasmas, lo cual era muy impresionante). Reservaba los trucos de nivel C para situaciones muy especiales y muy difíciles.
Entró al compartimiento y a primera vista supo que iba a tener problemas. El chaval tumbado en la cucheta de arriba le dio la impresión de que sería un objetivo difícil, parecía como si su compañero quisiera viajar solo pero, como Juan, también tenía algunos trucos propios debajo de la manga. Era obvio que sería una noche muy interesante. Empezó a creer que tendría que utilizar uno de sus trucos de nivel C.
Y de hecho fue así. El objetivo -un tipo muy raro – él mismo empezó con fumar, pasando por roncar y después introdujo la maniobra de mostrar fotos de su familia, su casa, su coche y finalmente de sus vacaciones, lo que le parecía a Juan unos trucos muy viejos que no veía desde hace años. Finalmente, Juan tuvo que jugarse todo y recurrir al “truco del estrangulador “(un truco C plus plus) que solía usar rara vez. El objetivo preguntó si, por ejemplo, Juan tenía malas costumbres como las de fumar, hablar, roncar etc. Juan reconoció su oportunidad y contestó – “No, no nada de eso. Es que yo estrangulo -o con las manos o con una cuerda.” Diciendo eso mostró al tipo una cuerda larga y negra que llevaba en su maleta para tales situaciones. “Si -mi hábito es que yo estrangulo -sobre todo a los que muestran fotos de sus vacaciones”