Durante las últimas dos semanas hemos aprendido varias estadísticas sobre el mundo, gracias al tema de “Factfulness”, incluso información sobre el numero de hispanohablantes y donde viven. Hoy voy a añadir unos datos más. Recientemente leí con interés un artículo sobre la importación de libros españoles en Argentina, que quiero compartir con vosotros, lo adjunto abajo.
Antes de leer el reportaje, yo no sabía que Argentina era el primer importador mundial de libros españoles o que, de todos los libros impresos en España, el 35, 2% es exportado a Argentina. Si consideras el tamaño de los varios países hispanohablantes, es obvio que juntos forman un mercado significativo. Según el reportero, las autoridades argentinas tratan de proteger su propio sector editorial y su industria impresora, buscando pretextos para impedir la importación de libros desde España.
Yo no sé si las acciones de las autoridades argentinas sean basadas en realidad o en noticias falsas. Sin embargo, me parece una lástima que un gobierno reduzca la disponibilidad de libros en su país, aun tratando de proteger los empresarios locales.
Me interesaron también los comentarios del periodista sobre la popularidad de las librerías en Sudamérica, y de las ferias de libros en España. ¿Pensáis que los hispanohablantes leen más que los británicos?
Fuente: News in Slow Spanish
Story 3: Argentina obstaculiza la importación de libros españoles
El sector editorial español va a recordar, con toda seguridad, este 2020 como uno de los peores años de su historia. El gremio de editores ya venía sufriendo, incluso antes de la crisis del coronavirus, una paulatina pérdida en el número de lectores y el goteo de cierre de librerías, esto último motivado sobre todo por la irrupción de Amazon, el gigante de las ventas online. La pandemia no ha hecho más que agravar los males crónicos del sector. Las ferias del libro españolas más importantes han sido canceladas este año por motivos sanitarios, lo cual ha perjudicado notablemente a escritores, editores y libreros. El ritmo del cierre de librerías, algunas de ellas legendarias, se ha acelerado en los últimos meses. Y por si todo esto no fuera suficientemente preocupante, ahora ha venido a sumarse un nuevo dolor de cabeza, esta vez proveniente de Argentina.
El país austral ha decidido recientemente frenar la importación de libros provenientes de España. El argumento para justificar esta especie de "bloqueo" es que, a partir de los 500 ejemplares importados de una misma obra, es necesario analizar la tinta con la que están impresos estos libros. En caso de que la tinta contenga un exceso de plomo, se deniega la entrada de los libros al país. Esto ocurre en muy raras ocasiones. Sin embargo, el gobierno argentino está extremando en las últimas semanas los procesos de inspección y análisis, con el objetivo aparente de retrasar al máximo la entrada de ejemplares provenientes de la industria editorial española. Para muchos resulta obvio que lo que están intentando las autoridades argentinas es proteger a las empresas editoriales locales en detrimento de las extranjeras, en especial la española. También es una manera, al obstaculizar y demorar las importaciones, de ahorrar divisas en un momento de grave crisis económica. Tomando en cuenta que el negocio editorial depende muchísimo de las novedades, que deben llegar cuanto antes a los escaparates de las librerías, este retraso perjudica bastante a los empresarios españoles.
Todo esto representa un duro golpe, uno más, para el gremio de editores en nuestro país. Argentina es precisamente el primer importador mundial de libros españoles. Del total de ejemplares impresos en España cada año, el 35,2% es exportado al país suramericano. Esto es algo que no debería sorprender demasiado a cualquier persona que haya visitado Buenos Aires alguna vez. Estuve como turista hace pocos años allí, y recuerdo que quedé gratamente asombrada ante la gran cantidad de librerías, muchas de ellas enormes, en las que se congregaban incontables compradores. Ni siquiera en Madrid ni en Barcelona he visto tal cantidad de tiendas de libros. Y es que Argentina es definitivamente un país de lectores. Se entiende, por tanto, la gran preocupación de los editores españoles ante las trabas que están poniendo las autoridades argentinas a la importación de sus libros, pues aquello supone una dificultad añadida que hará aún más difícil la recuperación del sector en nuestro país. Por desgracia, si la crisis económica global provocada por el coronavirus se prolonga mucho tiempo más, las políticas proteccionistas que muchos gobiernos ya están aplicando afectarán negativamente aún más al comercio internacional. Y al final siempre son los ciudadanos los principales perjudicados.